02/08/2012 13' 47''

La Rambla, la plaza Real, la Barceloneta son los primeros espacios que definen una cartografía vital en la que Luis Claramunt (Barcelona, 1951 – Zarautz, 2000) se instala para conocer el mundo, tras abandonar el ambiente familiar burgués. En los años ochenta se marcha de Barcelona, y Sevilla, Marrakech, Bilbao y Madrid se convierten en los nuevos escenarios de su práctica artística. Claramunt viaja hacia el sur, pero a diferencia de viajeros que le precedieron, no le mueve ningún afán de romanticismo ni de exotismo; su búsqueda se aparta de simbolismos y paraísos. En su confrontación con la realidad, pasa horas y horas recorriendo calles, apoyado en las barras de bares y cafés, observando sin cesar y dejando que sean los lugares y entornos humanos los que hablen.

Si bien Claramunt es conocido casi exclusivamente como pintor, la exposición "Luis Claramunt. El viaje vertical" presenta una amplia selección de obras, desde pinturas, dibujos y fotografías hasta libros autoeditados, que hizo entre principios de los años setenta y finales de los noventa.

Bartomeu Marí y Nuria Enguita Mayo explican la relación de Claramunt con su entorno y nos dan algunas pistas para abordar su obra.

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