27/05/2010 0' 53''

Una sola exposición bastó para dar fama mundial a Konrad Fischer. ¿El espacio? Un pasadizo de diez metros de largo y tres de ancho ubicado en una ciudad entonces anodina para el arte contemporáneo: Düsseldorf. Todo empezó con Carl Andre, al que siguió una larga lista de grandes artistas que convirtieron esos treinta metros cuadrados en un desafío y un trampolín.

Konrad Fischer abrió en 1967 una galería en un pasaje situado en el corazón de Düsseldorf. Pronto se transformó en un laboratorio de ideas brillantes que irradió por toda Europa hasta llegar a Estados Unidos. También ejerció una enorme influencias sobre una generación de artistas , que en la segunda mitad del siglo XX, protagonizó uno de los últimos movimientos de vanguardia en el arte occidental.                     

Son[i]a habla con Friedrich Meschede y Dorothee Fischer sobre la exposición "Con la probabilidad de ser visto. Dorothee y Konrad Fischer. Archivos de una actitud".










 

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