22/09/2009 70' 36''

A cargo de Roc Jiménez de Cisneros

AVANT #9 repasa la trayectoria artística de Victor Nubla a través de este monográfico. Esta segunda parte, incluye una selección de su producción sonora desde 1976 al 2008.

Cuando Victor Nubla y Juan Crek fundaron Macromassa en 1976, crearon algo más que un simple dúo. Para muchos, el grupo barcelonés representa la verdadera piedra de toque de la independencia musical española; los primeros fanzines, el primer disco autoproducido en el Estado, y una actitud musical entre lo destructivo y lo surrealista, sitúan a Macromassa en una encrucijada de referentes –futurismo, punk, industrial, free jazz, Borges– que apenas habían permeado en ese "desierto" que era el panorama cultural español de finales de los setenta. Y a pesar de la falta de antecedentes, de formación o de apoyo institucional alguno, Crek y Nubla allanaron el camino para ellos mismos y para generaciones futuras, mediante una personal inmersión en el mundo de la improvisación libre y la experimentación sonora.

Pero en realidad, hablar de Victor Nubla implica recordar mucho más que Macromassa. Su trayectoria, vasta y difícil de definir tanto en solitario como en otras muchas formaciones (Dedo, Aixònoéspànic, Leónidas, Massa Fosca, European Experimental Composers Orchestra, Secreto Metro y más), es un rompecabezas complejo que a primer golpe de vista parece tan imposible de ordenar como la colección de piezas de puzzle encontradas por la calle que Nubla cataloga con rigor desde 1984.

La solución a ese puzzle imposible que conforman la discografía (con decenas de trabajos publicados), la bibliografía (dentro y fuera de su editorial, Biblioteca para Misántropos) y las actividades paralelas de Nubla (su crucial labor de gestión en Gràcia Territori Sonor, por ejemplo) desde mediados de los setenta, pasa por la aceptación de la actitud posvanguardista (¿antivanguardista?) de un agitador cultural nato que reivindica por encima de todo el carácter popular de su trabajo.

Música experimental surgida no de la academia sino de la calle, y reinventada una y mil veces en ella, en lo cotidiano, en lo surreal, en la comida, en el barrio, en lo casual, en la literatura, en las viejas y nuevas redes globales, y en decenas de instrumentos. Porque uno de los rasgos distintivos más evidentes de la extensa carrera musical de Nubla es sin duda la radical evolución en la elección de las herramientas utilizadas para cada una de sus encarnaciones artísticas.

Del clarinete a la voz, de la voz a la radio, de la radio al sámpler, del sámpler al ordenador, pasando por los pedales de efectos como algo más que un ornamento: una progresión no-lineal que relata de manera indirecta algunos de los cambios acaecidos en la tecnología musical en las últimas décadas, y que ha permitido a este "gracienc" empedernido desarrollar plenamente su eterna búsqueda musical semi-azarosa, al tiempo que llenaba su pentagrama imaginario de ideas, recuerdos, metodologías, metáforas y, sobre todo, sonidos que cuestionan las certitudes formales.

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