12/03/2012 40' 18''
Inglés

Producido por Genís Segarra

Walter Benjamin dijo que los objetos de una colección “no cobran vida en el coleccionista, sino que es el coleccionista quien vive en ellos”. Esta cita es completamente aplicable a Ed Veenstra.

Este coleccionista holandés pasó los primeros años de su vida enfermo de asma, sin apenas salir de casa. Tras descubrir las propiedades calmantes de la música, sus padres optaron por ponerle constantemente toda clase de discos que, según él, dictaron su futuro como compulsivo cazador de rarezas sonoras. Hoy Veenstra no solo vive literalmente rodeado por sus objetos de deseo, sino que asegura haber malvivido y malcomido durante años para poder adquirir las más de 3.500 piezas de su colección.

Veenstra es uno de los principales coleccionistas de broken music, un término paraguas acuñado por Ursula Block y Michael Glasmeier para describir los discos y objetos paramusicales concebidos por artistas plásticos y otros creadores de vanguardia que experimentaban con el medio discográfico. La muestra homónima comisariada por Block y Glasmeier que tuvo lugar en 1988 en la Daad Galerie de Berlín, produjo asimismo un catálogo que recopiló gran parte del material publicado hasta entonces por artistas de todo el mundo.

De los discos cinético-ópticos de Marcel Duchamp a los múltiples experimentos musicales de Jean Dubuffet, las performances de temática sonora de Nam June Paik o, por supuesto, las reflexiones ontológicas de Christian Marclay entre muchos otros, el catálogo (todavía hoy venerado por los coleccionistas como guía absoluta del género) compilaba toda clase de discos-objeto, documentos acústicos de instalaciones y eventos artísticos, antidiscos, esculturas sonoras, o simplemente discos ideados para cuestionar la función original del propio formato y trascender el terreno de lo musical.

La colección de Veenstra recoge con fetichismo obsesivo los objetos de esta categoría extraña, relegada por las crónicas a un segundo plano. Una tierra de nadie entre el establishment artístico y el musical (pero sin acabar de encajar en ninguno de los dos) que funciona como retrato histórico de varias generaciones de creadores que vieron en el medio discográfico algo más que un soporte: un icono de la cultura del momento; un símbolo de eso que Benjamin llamó "la era de la reproductibilidad técnica".

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InvestigaciónMEMORABILIAcolecciónEd VeenstraBroken Music

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